Si ahora mismo pensamos en reconocimiento facial, seguramente imaginamos el sistema de desbloqueo del que disponen muchos teléfonos móviles, los filtros de Instagram o Snapchat que nos cambian el rostro o la identificación automática que puede hacer Google Fotos. Sin embargo, no todos los usos de esta tecnología resultan tan inocuos. Puede ser un arma de doble filo.
El presidente de Microsoft, Brad Smith, planteó este miércoles la necesidad de regular las tecnologías de reconocimiento facial. Y lo hizo, en el marco de la conferencia tecnológica Web Summit que se inició este lunes en Lisboa, dibujando un futuro próximo bastante inquietante siempre que no le pongamos solución.
Un futuro de seguimientos masivos… o no
“Por primera vez, el mundo está en el umbral de la tecnología que le daría a un Gobierno la capacidad de seguir a cualquiera en cualquier lugar. Y a todos en cualquier lugar. Podría saber exactamente dónde vas, dónde has estado y dónde estuviste ayer también. Y esto tiene profundas ramificaciones potenciales, incluso para las libertades civiles fundamentales de las que dependen las sociedades democráticas.
Antes de que nos despertemos y descubramos que el año 2024 se parece al libro ‘1984’, averigüemos qué tipo de mundo queremos crear, cuáles son las salvaguardias y cuáles son las limitaciones tanto de las empresas como de los gobiernos para el uso de esta tecnología”.
Smith, que en ocasiones anteriores ha puesto de relieve la necesidad de regulación, cree que estas tecnologías fuera de ningún control podrían cambiar completamente la forma en que vivimos, afectando gravemente a nuestra privacidad. Salir a la calle no significaría lo mismo que ahora.
“Potencialmente significa que cada vez que entras en una tienda, un comerciante sabe cuándo fue la última vez que estuviste allí, qué cosas buenas elegiste, qué compraste”, explicaba poco antes de relacionar el uso que puede hacerse del reconocimiento facial y los intereses que podrían tener unas autoridades de escasos escrúpulos. Algo que, en comparación, veía todavía más preocupante según recoge Recode.
Hasta ahora, hemos visto como han surgido iniciativas de diversa índole que hacen uso del reconocimiento facial más allá de divertimientos inofensivos. Por ejemplo, el instituto chino que vigila a sus alumnos escaneándolos cada medio minuto; la policía de Londres, que ha utilizado un software de reconocimiento facial en varias ocasiones pese a que resulta impreciso en un 98 % de los casos; o Amazon, que vende su tecnología a cuerpos de policía de Estados Unidos.
Aquello que podría evitar un futuro tan oscuro y peligroso para la privacidad como el que pinta el presidente de Microsoft es la promulgación de leyes por parte de las autoridades de todo el planeta. Legislaciones ejemplares en lugares como Estados Unidos o la Unión Europea podrían empujar a establecer unos mínimos estándares a nivel mundial y restar peligrosidad a esta tecnología. Sin ellas, estaremos más cerca del Gran Hermano de 1984 que del momento actual.